La muerte de una
estudiante que fue violada por varios hombres en un autobús de Nueva Delhi ha
provocado un intenso debate sobre la situación de la mujer en la sociedad
india.
Los asesinatos de niñas pequeñas y los abortos de fetos femeninos están bien documentados, pero es poco lo que se sabe del tráfico de niñas de un lugar a otro del país para compensar la escasez de menores de ese género en determinado sitio.
Rukhsana estaba barriendo el piso cuando la policía irrumpió en su casa.
Sorprendida, se quedó quieta en el medio del cuarto con la escoba en la mano. Los agentes se le echaron encima, gritándole preguntas como: "¿Cuántos años tienes? ¿Cómo has llegado aquí?".
Pero justo en el momento en el que iba a contar su historia, una mujer rompió el círculo de policías que la rodeaban. "¡Miente!", gritó. "Tiene 18, casi 19. Le pagué a sus padres por ella".
Cuando la policía se llevaba a la menor, la mujer les pidió que esperasen un momento. Se acercó a Rukhsana y le sacó los pendientes. "Son míos", dijo.
Del hogar al infierno
El año pasado Rukshana era una niña de 13 años que vivía con sus padres y sus dos hermanos en un pueblo de India, cerca de la frontera con Bangladesh.
"Me encantaba
ir a la escuela y jugar con mi hermana pequeña", recuerda.
Su infancia acabó el
día en el que, de camino a la escuela, unos desconocidos la obligaron a subirse
a un automóvil.
"Me mostraron
un cuchillo y me dijeron que me cortarían en pedazos si me resistía".
Después de un
horrible viaje de tres días en auto, autobús y tren, llegaron a una casa en el
estado de Harayana, en el norte del país, donde vendieron a Rukhsana a una
familia.
Durante un año
entero, Rukhsana no pudo ni salir de la vivienda. Asegura que fue humillada,
golpeada y sistemáticamente violada por el mayor de los hijos, que se
autoproclamó su "marido".
"Solía decir:
'Yo te compré, así que harás lo que te diga'. Tanto él como su madre me
pegaban. Pensé que no volvería a ver a mi familia nunca más. Lloraba todos los
días", cuenta Rukhsana.
Miles de desaparecidas
Decenas de miles de
niñas desaparecen cada año en India. Se las vende como prostitutas o como
esclavas y, cada vez más, como es el caso de Rukhsana, como esposas en los
estados del norte del país, donde la relación entre ambos sexos se ha visto
reducida por la práctica ilegal, aunque extendida, del aborto de fetos
femeninos.
La agencia para la
infancia de Naciones Unidas, Unicef, asegura que el problema ha alcanzado
"proporciones de genocidio" y que 50 millones de niñas indias han
desaparecido por el infanticidio y los abortos.
El gobierno no está
de acuerdo con estas estimaciones, pero la realidad diaria en lugares como
Haryana no deja demasiado lugar a la duda.
"No tenemos
suficientes niñas aquí", grita la mujer que compró a Rukhsana mientras
intenta convencer a la policía de que no se la lleve.
"Hay muchas
niñas de Bengala aquí. Pagué dinero por ella", insiste.
Sin números oficiales
No hay cálculos
oficiales del número de mujeres vendidas como esposas en los estados del norte
de India, pero activistas creen que el fenómeno va en aumento, alimentado tanto
por la demanda del rico norte como por la pobreza reinante en otras partes del
país.
"Todas las
casas del norte sienten la presión. En todas hay jóvenes que no pueden
encontrar mujeres y que se sienten frustrados", dice el activista Rishi
Kant, cuya organización Shakti Vahini trabaja junto con la policía para
rescatar a las víctimas.
En el distrito
Pergana Sur 24, en Bengala Occidental, los cinco pueblos visitados por la BBC
habían sufrido casos de menores desaparecidos, en su mayoría niñas.
Según los últimos
datos oficiales, en 2011 hubo 35.000 denuncias de niños desaparecidos en el
país, y más de 11.000 de ellos se registraron en Bengala Occidental. Las
autoridades estiman que tan solo un 30% de los casos son denunciados.
El tráfico humano en
esta zona llegó a su punto máximo después de que un mortal ciclón destruyese
las cosechas de arroz hace unos cinco años.
El granjero local
Bimal Singh, como otras miles de personas, perdió todos sus ingresos, así que
cuando le ofrecieron a su hija de 16 años un trabajo en Nueva Delhi pensó que
era una buena idea.
"Se subió a un
tren. Me dijo: 'Padre, no te preocupes por mí, volveré con suficiente dinero
para que puedas casarme'".
Nunca más tuvieron
noticias de ella.
"La policía no
nos ha ayudado en nada. Una vez golpearon la puerta del traficante, pero no lo
arrestaron. No me tratan bien cuando voy a hablar con ellos, así que ahora
tengo miedo de ir", dice Singh.
Una cuestión de dinero
En un barrio
marginal de Calcuta conseguimos hablar con un hombre que se dedica a vender
niñas. Aunque no quiere dar su nombre, no le importa hablar abiertamente sobre
el negocio.
"La demanda
crece y por eso he ganado mucho dinero. Ahora tengo tres casas en Nueva
Delhi", afirma.
"Trato con
entre 150 y 200 niñas al año, con una edad de desde 10 y 11 hasta los 16 o
17".
"Yo no voy al
terreno, tengo a gente trabajando para mí. A los padres les decimos que les
vamos a conseguir trabajos en Nueva Delhi y entonces las llevamos a las
agencias de colocación. Lo que les pase a las chicas a partir de ahí no es de
mi incumbencia", dice.
El traficante
asegura ganar unas 55.000 rupias (unos US$ 1.000) por cada niña. Los políticos
locales y la policía aparentemente facilitan la tarea.
"La policía
sabe muy bien lo que hacemos. Tengo que decirles cuándo estoy transportando a
una niña y los soborno en cada lugar, en Calcuta, en Nueva Delhi, en Haryana.
He tenido problemas con las autoridades pero no tengo miedo. Si fuese a la
cárcel, tengo dinero suficiente como para pagar mi salida", asegura.
El director de la
Unidad de Investigación Criminal a cargo de luchar contra el tráfico en Bengala
Occidental, Shankar Chakraborty, describe la corrupción policial como
"negligente" y afirma que su unidad está "absolutamente
resuelta" a combatir el problema del tráfico.
"Organizamos
campamentos de formación y campañas para concienciar. Hemos recibido a muchas
niñas también y seguiremos luchando", afirma.
La mera existencia
de esta unidad, añade, muestra la resolución del gobierno, y los activistas
reconocen que la policía está más pendiente del tema: todas las comisarías de
Bengala Occidental tienen en este momento un especialista en tráfico. Pero los
casos son numerosos y los recursos escasean.
"Simplemente
cambiando a la policía no se arreglará el problema. Después de rescatar a una
niña, ¿qué hacemos?", se pregunta Rishi Kant, de Shakti Vahini.
"Lo que
necesitamos es una rápida rehabilitación. Necesitamos sistemas sociales y
judiciales que funcionen".
Rishi Kant dice que
faltan tribunales de vía rápida, como el que está juzgando a los sospechosos
del caso de violación de la joven del autobús, para impedir que los acusados
puedan salir en libertad tan fácilmente tras pagar una fianza.
Cambiar actitudes
Aún más importante,
según algunos observadores, es la necesidad de cambiar actitudes.
Dos semanas antes
del caso de violación en el autobús un grupo de ancianos líderes locales se
reunieron en Haryana para discutir lo que consideraban los problemas más importantes
a los que se enfrentaban sus comunidades: violaciones, abortos ilegales y leyes
matrimoniales.
Pero su
interpretación sobre el origen de esos problemas muestra la necesidad de un
cambio de actitudes.
Uno de ellos se
refirió a lo que consideró un "alarmante" aumento de los casos de
violaciones. Pero añadió: "¿Han visto la sugerente forma en la que las
chicas montan en motocicleta? Ya no hay modestia en la forma en la que las
mujeres se visten o actúan".
Otro hombre habló
sobre las raíces de los abortos femeninos. "La sociedad está cada vez más
formada y las niñas han empezado a fugarse. Cuando las niñas avergüenzan a sus
padres portándose así, ¿quién querría tener una hija?".
Rupa, de 25 años,
procede de Bihar y fue llevada por traficantes hasta Haryana. La vendieron a un
hombre que no pudo encontrar esposa entre las mujeres de su comunidad. La
familia la forzó a abortar dos veces hasta que finalmente quedó embarazada de
un niño.
En India, el ciclo de los abusos continúan
Publicado por BBC News - enero 2008 -
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